En el día Internacional de los Valores humanos la periodista Maria Jose Bohn
escribió la siguiente columna de opinión que compartimos con ustedes
escribió la siguiente columna de opinión que compartimos con ustedes
El 29 de
Julio de cada año se conmemora el Día Universal de los Valores Humanos… Cabe
señalar que la palabra “valor” no deja de estar relacionada a la subjetividad
del hombre, y que por ésta razón no deja de ser una suerte de “evaluación
acerca de”.
Partiendo
de dicha aseveración puedo expresar que sólo son conceptos universales,
controladores de la acción del hombre en las diferentes culturas y en todas las
sociedades… pero que, a mi parecer, no guardan relación alguna con las premisas
de una comunidad determinada… es decir, van mucho más allá de cuestiones
religiosas, de fe, económicas, sociales, políticas, educativas… Son
significativamente más amplios que ese conjunto de cuestiones recientemente mencionadas.
Se
reconocen cinco valores humanos como los más trascendentales: la honestidad, la
humildad, el amor, la paz y la no-violencia.
Una actitud honesta, que no
siempre se presenta en todas las personas por el simple hecho de no delinquir…
Una actitud humilde, como sinónimo de modestia, pero que jamás debe dejar de ir
acompañada de dignidad… Una actitud que lleve amor en su acción: al prójimo y a
nosotros mismos, el cual sólo se logra con el reconocimiento “del otro” como algo
totalmente independiente y diferente a uno… Una actitud pacifista que en
sentido amplio nos indica ausencia de hostilidad, pero que debe tener un
comienzo unipersonal… Y, finalmente, una actitud de no-violencia que puede
plasmarse a través de distintas estrategias y tácticas aplicables a situaciones
de conflicto.
Pero me
detengo en las últimas palabras citadas: estrategia y táctica. Ya lo dijo el
genial Benedetti hace años… “Táctica y Estrategia”:
“Mi estrategia es que
un día cualquiera, no sé cómo, ni sé con qué pretexto por fin me necesites”.
Ahora bien, te propongo que te acerques a mí con toda tu paz… esa
que comenzó en vos y se irradió hacia los demás; con tu amor, el que nació de
tu corazón, cuando te diste cuenta que eres único y por eso especial, porque te
reconociste a vos mismo cuando miraste “al otro” posicionado a tu lado o delante de ti, porque para que
“yo” exista debes existir “vos”; con tu humildad, la que se demuestra en tu
interacción cotidiana con los demás, presentando un trasfondo digno basado en
tus principios, esos que son la base de tu vida, esa que hace que la vivas de
una manera y no de otra… Y por último, al llegar a mí, no olvides tu
honestidad, concebida de manera concreta: tu verdad, siempre respetuosa, esa
que es paralela a la mía, a la de él y a la de ellos… pero jamás dejará de ser tuya.
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